Profesorado de Ciencias Jurídicas U.B.A.
  11-EL EDUCADOR TUTOR Y LA PEDAG…-GÓMEZ DA COSTA
 
 
EL EDUCADOR TUTOR Y LA PEDAGOGÍA DE LA PRESENCIA
GÓMEZ DA COSTA
 
 
Frente al problema del fracaso escolar, se propone como principio, desarrollar una nueva institución dentro del sistema escolar, un agente encargado de atenuar su recurrencia: el Profesor Tutor.
Su objetivo: la disminución del fracaso y la deserción escolar. Deberá tratar de recuperar a los que se alejaron, retener a quienes podrían abandonarlo y a ayudar a los que se queden a mejorar su rendimiento.
El profesor tutor, tendrá que estimular la integración grupal de los alumnos y comprender a los adolescentes, como sujetos globales de experiencia social e histórica, trascendiendo la exclusiva orbita escolar.
Su función principal como consejero, apoyo, generador de propuestas y de contención, implica posicionarlo como un brazo articulador, capaz de absorber conflictos disgregadores y transformarlos en motores de integración. Es una especie de conversor, de traductor entre los unos y los otros, un mediador simbólico, que tratará de que los que estén de cada lado del circuito comunicativo (institución-alumnos), se puedan entender de la manera más transparente que sea posible.
El profesor tutor, será el encargado de extender la escuela hacia la comunidad, en la persona de los alumnos, en el conocimiento y el ascendiente que tenga sobre ellos, haciendo de la cuestión escolar algo que exceda lo didáctico, introduciéndose en la estructura motivacional de los alumnos.
La pedagogía de la presencia, visitando este autor escuelas, pudo observar que la calidad del vínculo de un educando con su escuela, no depende solamente de la capacitación técnico pedagógica de los profesores, de la calidad de las instalaciones físicas de la escuela, no depende de los equipos, de las tecnologías educacionales disponibles.
Este autor piensa que el punto esencial y decisivo del equilibrio escolar, es la calidad de relación, de vínculo educador-educando.
La presencia en la vida humana y la presencia educativa, no implican proximidad y depende de tres dimensiones:
 
1.- la apertura, para hacerse presente en la vida del educando, el educador tiene que estar abierto, estar abierto es permitir que su vida sea penetrada por la vida de otra persona. Que su experiencia sea penetrada por la experiencia del otro. Hay que tener una disposición sana, creativa, de penetrar en la experiencia de vida del otro. La apertura es un desafío.
 
2.- la segunda dimensión, es la reciprocidad, no basta estar abierto, es necesario tener reciprocidad. Como interacción entre dos presencias, intercambio, encuentro de presencias, de reciprocidad.
 
3.- la tercera dimensión de la presencia, es el compromiso, tenemos que sentir responsabilidad hacia el otro, no podemos ser indiferentes a lo que le pasa al otro.
 
Lo más importante de la adolescencia, son la construcción de su identidad y de su propio proyecto de vida.
En la cuestión de la identidad, yo pienso que el adolescente tiene que comprenderse y aceptarse a sí mismo, como condición para comprender y aceptar a los demás. Cuando el adolescente aprende a ser, tiene la capacidad de comprenderse a sí mismo, de aceptarse a si mismo. Y esta es la base del desarrollo social, es la base para comprender y aceptar a los demás.
Después viene la autoestima, porque sin comprenderse y aceptarse, el adolescente no tiene condiciones de quererse a sí mismo. La identidad y la autoestima son los pilares sobre los cuales nace el autoconcepto. El autoconcepto es la idea que el adolescente tiene de sí mismo, y esta idea tiene que tener por base a la identidad y a la autoestima.
Cuando se tiene identidad, autoestima y autoconcepto, el adolescente tiene confianza en sí mismo, y esa confianza en si mismo es fundamental, para que pueda mirar el futuro sin miedo. Así, este sueño, el deseo, la base del proyecto de vida, el proyecto de vida, es el querer ser por etapas, cuando el adolescente tiene un proyecto de vida, su vida pasa a tener lo principal que es el sentido de la vida.
El tutor integrado en la comunidad educativa, como aquel que va a ayudar al adolescente a aprender a ser, a aprender a convivir. Va a ayudar al adolescente en la construcción de su desarrollo personal y social. Eso es fundamental, porque eso permite al adolescente, resignificar las demás actividades de su cotidianidad educativa, en la escuela, en la familia y en la comunidad. Porque cambia la cosmovisión.
La expresión educación para la vida, debe ser muy importante para el trabajo del profesor tutor. Ese educador tiene una responsabilidad especial, en relación al tiempo libre del adolescente. El tiempo del niño es un tiempo muy controlado. En los adolescentes, el tiempo libre estará dedicado a: la educación permanente, al trabajo voluntario y al entretenimiento. Nosotros, tenemos la obligación de preparar a los jóvenes para este nuevo mundo del trabajo. Esta preparación se sostiene en tres pilares. Una educación para los valores, que permita al adolescente el encuentro consigo mismo y con el otro, el encuentro con la naturaleza, y el encuentro con la dimensión trascendente de la vida, es decir, con las grades cuestiones acerca de los porqué y de los para qué de la existencia humana.
Es preciso ver al adolescente como solución y no como problema. Es preciso ver al adolescente como fuente de iniciativa y acción, como fuente de libertad, o sea, de opción capaz de elegir.
En cuanto a la actividad del profesor tutor, es desarrollar una nueva cultura del mundo del trabajo, porque la de nuestra generación, no sirve más para el mundo del trabajo de la actual generación. Los adolescentes de hoy, están viviendo varias transiciones entre la infancia y la edad adulta, están saliendo del mundo de la guerra fría, de un mundo industrial, de una cultura moderna, hacia un mundo de posguerra fría, un mundo posindustrial y hacia una cultura posmoderna.
                     La educación del tutor tiene ante sí un enorme desafío, el desafío de intentar la educación para la vida, en el espacio de la institución escolar.
Es necesario trabajar en el espacio de la familia y de la vida comunitaria del adolescente. El espacio de la familia tiene que hacer, tiene que influir, porque no se puede hacer en la familia a partir de la escuela e influir en la utilización de su tiempo libre.
La tarea del educador tutor, es hacer convivir en forma creativa, en forma solidaria, en forma sinérgica, las energías de los educadores, los familiares, los escolares y la comunidad, a favor del desarrollo personal y social del adolescente.


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